FEMINICIDIO

El asesinato de Sonia Vera a manos de su marido, Adolfo Trotte, debe ser un llamado de atención para todas las mujeres que sufren violencia intrafamiliar, así como para todas las personas: parientes, amigos, vecinos, conocidos de personas que padecen este tipo de agresiones.

Ha muerto una mujer, que según ahora dicen fue por largos años víctima de malos tratos verbales y físicos. Es algo que ya no se puede revertir. Lo que sí es posible modificar, a partir de este trágico suceso, es que otras mujeres tengan este mismo destino, por no saber reaccionar a tiempo y salir de una situación de violencia.   

Sabemos que estas mujeres no buscan el maltrato, pero que por el mismo trato avasallador de sus parejas se terminan convenciendo de que no podrán vivir sin los maltratadores. No siempre es la autoestima baja, tambien es la dependencia económica y el hecho de que simplemente no ven salida al tremendo padecer al que las someten.   

Este terrible hecho tiene que hacer que reaccionen las mujeres que sufren esta realidad que obviamente no buscaron. Y la reacción adecuada es el alejamiento, y la denuncia. Los hombres maltratadores no pueden quedar impunes, porque probablemente busquen otra víctima vulnerable para descargarse.   

En contrapartida, debe haber una red que brinde soporte a las mujeres maltratadas, que las proteja, les de asistencia, les permita iniciar una vida y las asesore legal y sicológicamente.

Este no es un caso aislado, y no es un “crimen pasional” (eufemismo policíaco para justificar la violencia de género). Es una cara de nuestra sociedad que preferimos no ver, porque es demasiado dolorosa y que habla del profundo desprecio hacia el sexo femenino, una tremenda misoginia que algunas personas tienen por la vida y la integridad humana de las mujeres.